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Educación, autoevaluación y desarrollo humano |
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Un verdadero proceso de autoevaluación pedagógica y educativa precisa del conocimiento riguroso que se posea sobre el acto de educar y del sentido tanto de la educación como de la autoevaluación misma. El docente que, por ejemplo, no haga suya, por desconocimiento o voluntad propia, la responsabilidad de saber formar de manera realmente integral, advertirá en el proceso solamente lo que le permitan su capacidad de percepción, conocimiento, voluntad, intereses, disposiciones, creencias, pensamiento y actuaciones. Uno obra y actúa de acuerdo con la estructura de estas funciones. Si tal estructura es rígida, vertical, inflexible y pobre, así actuará quien la posea. Uno ve de acuerdo con su capacidad para mirar.
¿Cuál es el sentido de una autoevaluación? Una posible respuesta: la necesidad y convicción de crecimiento material y espiritual, de desarrollo humano. Autoevaluarse es verse a sí mismo para ser mejor. Persona, equipo o institución que busque calidad en el desarrollo de sus procesos debe verse actuando y siendo para determinar sus éxitos o fallas y generar alternativas para proceder de mejor modo. Los procesos son exitosos cuando nos regalamos espacios para monitorear, supervisar, mejorar y controlar los desempeños.
Para ser y actuar como personas, y contribuir al desarrollo humano, es necesario proyectarse. Quien no proyecta su vida obra al compás rítmico del azar, de la manera como la vida transcurra. Poseer proyectos de vida significa diseñar y desarrollar procesos que permitan alcanzar las metas de vida que nos tracemos, y generar oportunidades de autoevaluación para garantizar resultados exitosos. El desarrollo humano requiere la construcción de proyectos de vida en cada uno de los componentes sociales, personas, equipos, instituciones, colectividades. Sin proyectos de vida dignos no hay generación de oportunidades y capacidades para vivir y convivir como seres humanos, principio central del desarrollo humano.
Evaluarse es una condición de desarrollo. Dejar de evaluarse es permitir que el azar controle nuestras acciones, desempeños y procesos; representa una incapacidad interior para enfrentar las perversidades del mundo de la vida (el pánico interior que, según Millar/ 97, produce éste). Nadie cambia y mejora si no advierte lo que debe mejorar y se decide a enmendar sus errores y fallas, sin dejar de potenciar sus éxitos y fortalezas. Sin embargo, no se trata solamente de saber cómo estamos desarrollando una labor. La autoevaluación con sentido de desarrollo humano, condición de todo proceso educativo, precisa repensar el sentido de la educación y del acto de educar. Asumir con calidad el proceso educativo y la evaluación de este, pasa por esclarecer estos conceptos.
En el proceso de autoevaluación institucional, así como en los de auto y coevaluación de los desempeños de los estudiantes y profesores, la comunidad educativa debe tener claro que educar es el proceso mediante el cual se favorece el desarrollo humano y de la vida. Padres, profesores e instituciones educan realmente cuando generan oportunidades y condiciones para que los conocimientos que imparten constituyan insumos de vida digna para los sujetos educables, que lo que se enseñe arroje valores agregados para su vida personal y social, logren que una información, sea cual fuere, tenga utilidad para su vida práctica.
La educación para el desarrollo humano, es decir para el desarrollo de la vida y del individuo como persona, requiere que la formación sea integral, y que los agentes encargados de esta función estén en capacidad para asumirla. Reconocer, por ejemplo, que formar personas demanda no solo condiciones de tipo socio- económico e infraestructural, sino también el desarrollo de competencias pedagógicas y administrativas para contribuir al desarrollo físico, cognitivo, afectivo, emocional, espiritual, ecológico, ético, moral y político de los estudiantes. De acuerdo con el enfoque de la pedagogía por proyectos de vida, en ello consiste la formación integral, centro de todo proceso de autoevaluación institucional.
Fuente: Red Iberoamericana de Pedagogía, Boletín Virtual REDIPE No 807, Febrero, 2012.
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