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TIC en educación: más allá de su integración en el currículo |
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“No hay uno que sabe y otro que no sabe, si no dos que saben cosas diferentes”
Edmundo Granda (2009)
Las sociedades ante el reto digital, representa en sí mismo un importante significado sociopolítico. Señala por ejemplo, que la revolución tecnológica de los últimos años tiene implicaciones profundas en la manera como hoy en día se producen las riquezas, se gobierna, se participa, se aprende y se convive, exigiendo así repensarse la manera que finalmente el uso de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones – TIC – inciden positivamente en el mejoramiento de la calidad de vida de los cientos de comunidades alrededor del mundo.
En lo que respecta el campo educativo, en particular en la última década, los gobiernos no han ahorrado esfuerzos en lograr llevar la tecnología a las escuelas, para que hagan parte esencial del proceso de ‘enseñanza-aprendizaje’. Computadores, Internet, tableros digitales y otros más dispositivos constituyen el menú digital que caracterizan los programas de dotación de infraestructura TIC de varios países. En Colombia por ejemplo, los programas ‘Computadores para Educar’ – CPE - y ‘Compartel’, del Ministerio de TIC tienen como fin lograr llevar computadores y acceso a Internet, respectivamente, a miles de centros educativos ubicados a lo largo y ancho del territorio. Así mismo, el programa ‘Conexión Total’ del Ministerio de Educación busca garantizar los recursos necesarios para que las Secretarías de educación certificadas puedan financiar el gasto recurrente del servicio de conectividad de sus sedes educativas, mejorar la infraestructura de redes de las mismas; y reponer y densificar computadores.
El resultado de estos programas ha permitido, según cifras del Ministerio de Educación, que el promedio de niños por computador pasara de 142 en el año 2002 a 20 al finalizar el 2010. En materia de acceso a Internet, en el 2005 solo el 19% de la matrícula pública de educación básica y media podía tener acceso. Para el 2010 esta cifra había llegado al 89%. Es preciso indicar que las cifras mencionadas tienen sus matices regionales, existen ciudades donde el 100% de las sedes educativas cuentan con computadores y el promedio de niños por computador es inferior al estándar nacional alcanzado en el 2010, así como también localidades donde el 100% de los estudiantes pueden conectarse a Internet desde la sede educativa. Aunque siguen existiendo disparidades regionales que responden a la tendencia histórica de inequidad social, no se pueden desconocer los logros alcanzados en dotación de infraestructura TIC para el sector educativo.
A finales del siglo pasado cobró una alta vigencia en los círculos académicos y de política pública el concepto de la brecha digital, acuñado para denominar la distancia en las oportunidades de desarrollo entre los países que tenían acceso a los nuevos medios digitales y los que no. Ahora, debido a los logros alcanzados por diferentes países en este frente y a su vez al interior de ellos en varios sectores, entre ellos el educativo como el ejemplo citado anteriormente, la brecha digital ya no está dada por el acceso, sino por el uso, es decir entre quienes saben utilizar y aprovechar las ventajas que ofrecen los nuevos medios y los que no (Resnick, 2002). Sobre el particular, el profesor Mitchel Resnick, investigador del Media Lab del Instituto Tecnológico de Massachussets – MIT, considera esta diferencia como brecha de fluidez, para lo cual acude para su explicación al ejemplo de lo que significa el manejo de una segunda lengua. Se considera que alguien es fluido en un nuevo idioma cuando es capaz de comunicar ideas, sentimientos y, en general, expresarse con facilidad (Resnick, 2002). Aplicado al campo digital, una persona es fluida cuando tiene las habilidades para utilizar los diversos equipos, programas; en fin, precisamente para expresarse a través de estos con destreza aprovechando al máximo sus posibilidades creativas.
Retomando la experiencia del sector educativo colombiano a la luz de este nuevo referente de brecha digital, los resultados no son alentadores. Si bien ha mejorado el acceso a las TIC, su uso es limitado y circunscrito al modelo educativo tradicional, de manera que estos recursos no han sido aprovechados para innovar en el aprendizaje con el fin de incentivar la fluidez digital en docentes y estudiantes. Son contadas las experiencias en que los computadores e Internet son utilizados para imaginar, diseñar, crear; por el contrario, se presentan más como un medio de consulta de información y máquina de escribir.
Varios de los programas de formación en TIC que se han adelantado con los docentes, buscan la incorporación de estos recursos en el currículo, en la práctica pedagógica, pero no proponen un modelo de aprendizaje que sea capaz de responder al nuevo entorno de colaboración, interactividad, comunicación y participación vigente en la sociedad actual y en el que se desenvuelven los jóvenes en la cotidianidad.
Más que TIC, Educación
Coincidimos en la afirmación que el mundo ha cambiado gracias al vertiginoso avance tecnológico de los últimos años, de este modo la formación de las personas para que se desenvuelvan en este nuevo mundo debe ser por supuesto, diferente a la que se practicaba hace 20, 30 ó 50 años. Pero en términos reales sigue siendo la misma.
Si entendemos la educación como la actividad que permite potencializar las capacidades humanas para la realización personal, y basado en su etimología, educare, como aquel acto de sacar afuera de, vale la pena entonces revisar la pertinencia de la práctica educativa actual.
Para empezar a revisar este tema, en primer lugar, es pertinente poner de manifiesto que hemos aceptado como ‘statuo quo’ la siguiente estructura en la educación escolar: división del conocimiento por materias y horas determinadas para abordarlas, organización de los niveles para enseñar teniendo de referencia edades similares de los niños y jóvenes, rol central del docente en el proceso educativo y estandarización de lo que se debe aprender y el ritmo para hacerlo. Pero, ¿puede ser diferente?
Precisamente, la presencia de los medios tecnológicos en el contexto escolar puede facilitar la concepción y práctica de otra dinámica para el aprendizaje, en particular para que sea el propio estudiante quien determine lo que quiere aprender y cómo hacerlo. En lenguaje de Seymour Papert (1993) este último punto sería brindarle la oportunidad al niño de involucrarse con actividades donde pueda crear y diseñar, principalmente basadas en temas o ideas que sean personalmente significativas para él. De este modo, el aprender adquiere un sentido, una motivación para concebir una idea, planearla como llevarla a cabo, definir lo que se necesita y ante todo disfrutar el proceso de su realización.
El abordaje del aprendizaje por proyectos basados en los propios intereses de los jóvenes, puede eliminar la clásica división del conocimiento por materias y así como los horarios para ver uno u otro tema, además de la necesidad que todos deban aprender lo mismo y bajo el mismo ritmo. De este modo, los niños y jóvenes se involucrarían en lo que les gusta (Collins, 2009) y realizar proyectos de mayor complejidad o duración que otros, abordar los mismos temas si es preciso, pero hacer actividades diferentes para tratarlos. Sin embargo el que lo hagan en ritmos diferentes no significa que uno sepa más que otro, o que no hacerlo del mismo modo que los demás pueda significar reprobar un año.
Así como es posible eliminar las materias, también es posible concebir que se pueda aprender con niños y jóvenes de diferentes edades, descartando de esta manera la división por cursos donde el criterio principal es el rango de edades (Resnick, 2002). Para la realización de un proyecto se podría trabajar colaborativamante y para ello, como no se requiere que todos los participantes realicen similar actividad, se puede diseñar un proyecto donde cada uno haga su aporte y participe según sus habilidades, destrezas y competencias.
Ahora, ¿cuál sería el rol del docente en este proceso? En primer lugar, sería el de abandonar el enfoque en el que el docente es el centro en el aprendizaje y el encargado de impartir lo que se debe aprender y la metodología. El papel del maestro debe tener más una connotación de mentor que inspira, motiva y que ante todo se convierte en el cómplice creativo que es capaz de ayudar a llevar a cabo esas ideas de proyectos que plantean los niños y jóvenes. Asimismo, es quien debe proporcionar rutas y orientar donde se puede encontrar información y aprender a manejar uno u otro programa. Pero en ningún momento es quien debe saberlo todo, por el contrario, se hace un aprendiz más, reconociendo ante los demás que puede no saber de un tema pero que puede saber cómo aprenderlo y a la vez, es quien también va a llevar a cabo sus ideas y compartirlas con sus colegas más pequeños.
Fuente: Oswaldo Ospina Mejía, en www.colombiadigital.net/entorno-tic/especial-del-mes/especial-marzo/item/1467-tic-en-educaci%C3%B3n-m%C3%A1s-all%C3%A1-de-su-integraci%C3%B3n-en-el-curr%C3%ADculo.html
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